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Organilleros en Minatitlán, un oficio que lucha contra el sol y la lluvia.

PorAlcalá Noticias

Mar 20, 2024

Mafer Mortera/ Minatitlán,Ver.

 

Margarita Belén y Víctor Hugo Morales, de 30 y 20 años, son originarios de la Ciudad de México, y se ganan la vida de organilleros en las calles de Minatitlán.

 

Con sus elegantes trajes, todas las mañanas a partir de las 10 horas inician su recorrido en las calles del municipio de Minatitlán, desde el mercado 5 de febrero, recorren el centro, y las orillas caminando bajo el sol o la lluvia para llevar un poco de cultura a cada punto de la ciudad pidiendo dinero casa por casa y local por local.

Recuerdan que cuando empezaron de organilleros eran menores de edad, su mamá enfermó de Cancer y pasaron un tiempo difícil donde necesitaban ingresos.

 

Si existe un sonido capaz de caracterizar a nuestro país es el de los organilleros o también conocidos cilindreros. Esos músicos itinerantes y uniformados con una pesada caja de madera de hasta 60 kilos que, al hacer girar su manivela, emiten inconfundibles sinfonías populares en los barrios y plazas públicas del país.

 

Su origen es alemán pero se popularizó en México a finales del siglo XIX, cuando algunas familias de migrantes alemanes se instalaron aquí, entre ellas, los dueños de la casa de instrumentos musicales Wagner y Levien.

 

Cabe señalar que con el paso de los años dejaron de fabricar estos aparatos, incluso algunos ya se encuentran exhibidos en museos como representación de lo que conformó parte de nuestra historia, y actualmente es muy poco común ver a organilleros por nuestras calles.

Es por ésto que los hermanos buscan preservar la tradición de llevar la música, para hacerles recordar a los adultos sus épocas.

Belén y Victor disfrutan su trabajo viajando pueblo por pueblo para revivir la cultura de los organilleros.

 

En su organillo tienen a un chango de peluche que representa que aquellos años, los organilleros traían a un chango y se bajaba a pedir dinero a los niños y las personas, volviéndose una tradición.

Belén y Víctor siempre traen su uniforme beige que es representación a los dorados de villa, es decir, tienen un gran parecido a los uniformes del ejército de Pancho Villa, ya que se dice que un organillero acompañaba a los milicias para animarlos en cada batalla.

 

“En aquella época villa solía tener uno de los soldados a un organillero para levantar los animales de las tropas y fue en esa época que a ellos le dieron un uniforme.» Expresó Belén.

 

El aparato consiste en una caja portátil con una manivela que, al ser hueca, tiene unas puntillas de bronce que dan las notas de cada melodía. Cada melodía está grabada en 1,200 puntillas y un cilindro puede tocar ocho piezas, es decir, tiene aproximadamente 9,600 puntillas. Así, al girar la manivela se reproduce un sonido melancólico y dulce. Las cajas suelen tener un fino trabajo artesanal, ya que están chapadas y barnizadas, e incluso decoradas con flores en la parte inferior de la carátula.

Por eso, es que a ellos le gusta tocar el organillo, “llevar la música a la gente grande, a la gente mayor, quienes dicen: uy yo me acuerdo que en la época de mi papá , mis abuelitos me llevaban, y pues es bonito la verdad”. Comentó Margarita.

 

Los hermanos chilangos se han ganado la vida por años de organilleros, ganando de 150 a 400 pesos diarios, si bien les va. Esto debido a que deben de pagar la renta de 300 pesos por día a los dueños del aparato, tienen que sacarlo caminando bajo el sol o la lluvia, tocando melodías y sobreviviendo de lo que la gente les da.

 

“La verdad si, es como todo trabajo, altas y bajas, ahora si que hay días que la verdad si nos va muy padre, y hay días en los que no” comentó Belén.

 

Y es que además para trasladarse a otros lugares ellos tienen que ganarse un poco de dinero para irse a otros pueblos porque viajan en transporte público.

 

“Hay gente muy hermosa que nos recibe, diciéndonos hay muchachos pasen más seguido pasen diario, como hay gente que la verdad muy pesadita, que nos dicen pinches mugrosos póngase a trabajar.”

 

Su compañero y hermano lleva apenas 4 años trabajando porque dejó de estudiar y le tocó ser organillero.

 

“Me gustó esté trabajo porque es una tradición que llevamos a otros lugares y mucha gente lo recuerda, entonces es algo bonito para mi” finalizó Víctor.

 

Estos hermanos se han enfocado mucho en disfrutar los viajes y conocer, sobre todo el sur de veracruz quienes afirman que se llevan un gran recuerdo de las personas, la comida y el ambiente, mientras tanto ellos continuarán repartiendo cultura en cada ciudad.

Actualmente en el país se calcula que sobreviven unos 500 organilleros, la gran mayoría de ellos en la capital. De ellos, sin embargo, menos de 300 están oficialmente registrados y son miembros de la Unión de organilleros de México, la asociación que organizó el Primer festival.

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